martes, 28 de marzo de 2023

Tópico a desmontar: el colesterol dietético aumenta el colesterol en sangre

Hace años, se afirmaba la relación entre el consumo de alimentos altos en colesterol y el medido en sangre, alertando sobre sus efectos cardiovasculares (aterogénesis), estableciendo pautas dietéticas "bajas en colesterol", como la limitación en el consumo de los huevos, y otros (pescados, mariscos, etc).

Una amplia revisión del año 2022, publicada en la revista Nutrients (https://www.mdpi.com/2072-6643/14/10/2168), evaluó la evidencia de análisis epidemiológicos, estudios de intervención y metanálisis hasta la fecha, en relación a este tema. En sus conclusiones finales apuntan a que no existe una correlación directa entre la ingesta de colesterol de los alimentos y un aumento del colesterol plasmático. Esta falta de correlación se debe principalmente a los mecanismos compensatorios ejercidos por el organismo para controlar el exceso de colesterol en la dieta, incluida la disminución de la absorción de colesterol y la regulación a la baja de la síntesis de colesterol.

En este trabajo destacan que un gran número de los estudios analizados, incluyendo metanálisis, indican que el colesterol dietético de forma aislada no está asociado con concentraciones elevadas de colesterol en plasma, ni un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular. Sin embargo, si las fuentes de colesterol se consumen con grasas saturadas y trans, como sucede en el patrón de dieta occidental actual, sí se pueden observar aumentos en el colesterol plasmático y sus efectos aterogénicos derivados. Así pues, no es el colesterol de los alimentos en sí lo que aumenta el riesgo de enfermedades coronarias y cerebrovasculares, entre otras, sino su frecuente asociación con otros alimentos densos calóricamente, y plenos de grasas de mala calidad y/o azúcares, fundamentalmente los ultraprocesados, así como las dietas hipercalóricas (obesogénicas).

viernes, 3 de marzo de 2023

El ejercicio físico disminuye la fragilidad cognitiva

La cognición es la facultad de un ser vivo para procesar información a partir de la percepción, el conocimiento adquirido (experiencia), y características subjetivas que permiten valorar la información; consiste en procesos tales como el aprendizaje, el razonamiento, la atención, la memoria, la resolución de problemas, la toma de decisiones, y los sentimientos. Asociado a esto, existen dos conceptos interesantes desde el punto de vista cognitivo, la reserva y la fragilidad. La RESERVA cognitiva es un constructo neuropsicológico que se refiere a la tolerancia cognitiva o psíquica frente a los cambios cerebrales fisiológicos relacionados con la edad o alguna patología, sin presentar síntomas clínicos. Se han apreciado individuos con niveles importantes de atrofia cerebral pero con un nivel de funcionamiento cognitivo mejor a lo esperado gracias a dicha reserva. Las experiencias vividas pueden influir en la neuroanatomía de nuestro cerebro, contribuyendo a la neurogénesis adulta, haciendo nuestro cerebro más resistente a la apoptosis (muerte celular programada) y regulando la plasticidad neuronal.

Durante el proceso de envejecimiento, hay una disminución gradual y acumulativa en la reserva cognitiva, influenciada por factores genéticos y ambientales subyacentes. Este trastorno de múltiples sistemas fisiológicos interrelacionados se conoce como FRAGILIDAD cognitiva, un síndrome que está presente en un gran número de adultos mayores. Desde el punto de vista de parámetros físicos se asocia a una disminución de la fuerza y resistencia muscular, implicando globalmente una merma progresiva de la capacidad funcional global. Por tanto, es un estado clínico en el que se puede observar la mayor vulnerabilidad del individuo "frágil", lo que suele redundar en una mayor dependencia, e incluso aumento de la mortalidad global. Sin embargo, la fragilidad cognitiva es un estado reversible, y se han explorado muchas intervenciones: entre ellas se encuentran las relacionadas con el ejercicio físico, las cuales desempeñan un papel importante en el tratamiento no farmacológico de la fragilidad cognitiva.

Una revisión sistemática, realizada por autores chinos, y publicada en septiembre 2022 en la revista BMC Geriatrics (https://bmcgeriatr.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12877-022-03370-3), analiza 10 estudios de intervención controlados y aleatorizados, en los cuales se aprecia el efecto de diferentes ejercicios y su impacto en el desarrollo de fragilidad cognitiva de adultos mayores. De media, la frecuencia del ejercicio fue principalmente 3-4 veces por semana, siendo la duración del ejercicio en cada sesión de unos 30-60 minutos. En los resultados los autores aprecian que, en comparación con el grupo control, los estudios incluidos mostraron mejorías estadísticamente significativas en la función cognitiva, el estado de fragilidad y la depresión de los sujetos analizados en los que se prescribió una pauta de ejercicios guiados.

El estudio concluye que, aunque todavía existe una escasez de estudios sobre las intervenciones con ejercicios para las personas mayores con fragilidad cognitiva, la evidencia actual sugiere que dichas intervenciones pueden ser beneficiosas para las personas mayores con fragilidad cognitiva. Se deberían realizar más ensayos controlados aleatorios en el futuro para explorar las intervenciones más efectivas, de bajo costo y simples, para satisfacer las necesidades de las personas mayores con fragilidad cognitiva.

Tópico a desmontar: el colesterol dietético aumenta el colesterol en sangre

Hace años, se afirmaba la relación entre el consumo de alimentos altos en colesterol y el medido en sangre, alertando sobre sus efectos card...