Su precoz obesidad le ha hecho saltar a las páginas de los periódicos chinos, donde recuerdan que con sólo un metro de estatura pesa ya 62 kilos. El suyo es, como explican los especialistas, un caso de obesidad monogénica, es decir, ligada a un solo gen que podría recibir tratamiento con una inyección de la hormona leptina.
La culpa hay que buscarla en uno de sus genes. Este tipo de obesidad tan temprana, de forma tan mórbida y con el comportamiento descrito de apetito incontrolable es característico de un defecto congénito del metabolismo de origen monogénico. Es decir, a diferencia de la obesidad típica que se presenta en niños y adultos en la que posiblemente estén implicados varios genes y el ambiente, en casos como el de Lu, el defecto se debe a un solo gen y de tal potencia que les lleva a un apetito voraz e incontrolable porque ha perdido genéticamente el control del mismo.
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