Las relaciones sociales y la soledad son áreas relacionadas con la salud mental. La soledad puede definirse como un desajuste angustiante entre la cantidad y/o calidad de las relaciones sociales que tiene una persona y lo que desea Sin embargo, hasta el momento presente, no ha habido una revisión sistemática sobre si la soledad en la población general se asocia con nuevas apariciones de alteraciones de la salud mental y emocional.
Una revisión sistemática comandada por investigadores británicos, publicada hace unos meses en la revista Psiquiatría Social y Epidemiología Psiquiátrica (https://link.springer.com/article/10.1007/s00127-022-02261-7), analiza la relación entre la soledad autopercibida y distintos estatus alterados de la salud mental. Incluye hasta 32 estudios previos, de los cuales la mayoría se centró en la depresión, realizando un metanálisis de ocho cohortes independientes, y una síntesis narrativa de los estudios restantes.
En los resultados del estudio, se encontraron asociaciones transversales recurrentes entre la soledad y varios problemas de salud mental: sobre todo depresión, pero también, ansiedad, trastorno de personalidad, psicosis, e ideación suicida. Se estableció que las probabilidades de desarrollar una depresión en adultos son más del doble en personas que a menudo están solas en comparación con aquellas que no están solas, o rara vez. Un hallazgo notable fue que 3 estudios sugirieron una relación recíproca entre la depresión y la soledad. Y varios estudios alertan sobre que la soledad es más prevalente no sólo en estratos etarios superiores (e.g. ancianos que viven solos), sino también, cada vez más, en individuos jóvenes (e.g. estudiantes universitarios).
Como conclusión final, este trabajo establece que la soledad es un problema paulatinamente más frecuente de la salud mental en la población general. Existe una creciente evidencia de que se asocia con la aparición de depresión y otros problemas comunes de salud mental y emocional. Los estudios futuros deberían explorar su impacto en todos los rangos de edad y poblaciones más diversas, así como evaluar otros parámetros de salud mental distintos a la depresión, y explorar los mecanismos involucrados. Ello redundará en un mejor afrontamiento de las oportunas intervenciones, tanto preventivas como terapéuticas.