miércoles, 7 de septiembre de 2011

La vida social combate la obesidad

Vivir rodeado de estímulos, con un grupo numeroso y varias actividades que realizar podría tener más beneficios de los previsibles. El aumento del ejercicio físico y evitar los efectos nocivos de la soledad son aspectos positivos de una vida social ajetreada pero ésta puede proporcionarnos algo más, tan valioso como sorprendente: una inesperada arma contra la obesidad.

La clave, según los autores, estaría en el aumento de la producción del factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) en el hipotálamo. Esto desencadena una serie de señales del sistema nervioso simpático (que forma parte del autónomo) que viajan hasta las células de la grasa blanca y que alteran la expresión de sus genes, activando aquéllos que les confieren características de la grasa parda, más fácil de quemar.
Es previsible que la aportación de este trabajo al campo del tratamiento de la obesidad, uno de los principales problemas de salud pública en el mundo, tarde años en materializarse, por ejemplo, en forma de fármaco que actúe sobre la producción de BDNF. De momento, ampliar el círculo social y la actividad podrían ser de ayuda para controlar el peso.
No se trata sólo de un estilo de vida sedentario y de alimentos con muchas calorías, sino de una creciente falta de relaciones sociales.
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