Contra los genes no se puede luchar o, al menos, es lo que se pensaba hasta la fecha. Un grupo de científicos de las universidades canadienses de McMaster y McGill ha descubierto que sí es posible modificar la influencia de un gen que está fuertemente asociado a enfermedad cardiovascular. Con una dieta rica en fruta y verdura se puede evitar un infarto de miocardio 'escrito en los genes' y, por lo tanto, cambiar el rumbo de su destino a mejor.
Se sabe que una mutación genética en el cromosoma 9p21 determina más probabilidad de padecer enfermedad miocárdica en el futuro. "La historia familiar es, por tanto, un factor de riesgo independiente de este tipo de eventos, incluyendo el infarto de miocardio, que es una de las principales causas de mortalidad en el mundo", afirma Jamie Engert, principal autor de esta investigación, publicada en la revista 'PLoS Medicine'.
También influyen aspectos externos como la dieta, la actividad física y el consumo de alcohol y tabaco. "En particular, la dieta desempeña un importante papel en el desarrollo de problemas cardiacos, con una elevada ingesta, por ejemplo, de grasas trans y carbohidratos con alto índice glucémico o con un bajo consumo de frutas, verduras y pescado", señalan los autores del artículo.
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