El caqui es originario de China, en particular de la costa, donde se cultivaba hace ya unos 3.000 años. Rico en taninos, los cuales provocan el carácter áspero típico en el paladar, que va desapareciendo a medida que la fruta madura. El caqui persimon es un subproducto del caqui, madurado de una forma muy particular; por contra, el sharoni es una variedad, oriunda de Israel.
El caqui proporciona hidratos de carbono, sobre todo fructosa y glucosa, lo cual lo convierten en un alimento nutritivo y energético. Interesante su consumo en dietas de control de peso, porque sólo aporta 70 calorías por cada 100 gramos.
Presenta fibras solubles, como la pectina y los mucílagos, los cuales ayudan a regular el tránsito intestinal y alivian las gastritis. Ojo, cuando los caquis son poco maduros resultan astringentes, tendiendo al estreñimiento.
Abundan en antioxidantes: provitamina A o betacaroteno (esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico), vitamina C (interviene en la formación de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones) y, en menor cantidad, vitaminas B, K y E. Podríamos decir que son interesantes en caso de estrés o ante problemas de la vista.
En cuanto a los minerales, el manganeso destaca sobre los demás (150 gramos cubren el 11% de las necesidades diarias), seguido por el cobre, el hierro, el potasio, el magnesio, el calcio y el fósforo.
Otros elementos beneficiosos del caqui son los fitonutrientes: entre ellos, las catequinas, el ácido betulínico, las antocianinas, el licopeno y la luteína. Son antioxidantes naturales que evitan la degeneración de los tejidos protegiendo a las células de los radicales libres y otras sustancias. Asimismo, podrían ayudar a combatir y prevenir las patologías inflamatorias y cancerígenas.
El caqui proporciona hidratos de carbono, sobre todo fructosa y glucosa, lo cual lo convierten en un alimento nutritivo y energético. Interesante su consumo en dietas de control de peso, porque sólo aporta 70 calorías por cada 100 gramos.
Presenta fibras solubles, como la pectina y los mucílagos, los cuales ayudan a regular el tránsito intestinal y alivian las gastritis. Ojo, cuando los caquis son poco maduros resultan astringentes, tendiendo al estreñimiento.
Abundan en antioxidantes: provitamina A o betacaroteno (esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico), vitamina C (interviene en la formación de colágeno, huesos y dientes, glóbulos rojos y favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones) y, en menor cantidad, vitaminas B, K y E. Podríamos decir que son interesantes en caso de estrés o ante problemas de la vista.
En cuanto a los minerales, el manganeso destaca sobre los demás (150 gramos cubren el 11% de las necesidades diarias), seguido por el cobre, el hierro, el potasio, el magnesio, el calcio y el fósforo.
Otros elementos beneficiosos del caqui son los fitonutrientes: entre ellos, las catequinas, el ácido betulínico, las antocianinas, el licopeno y la luteína. Son antioxidantes naturales que evitan la degeneración de los tejidos protegiendo a las células de los radicales libres y otras sustancias. Asimismo, podrían ayudar a combatir y prevenir las patologías inflamatorias y cancerígenas.
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