Tomar el sol, con precaución,
mejora la respuesta muscular e inmunológica y disminuye la presión
sanguínea, según ha asegurado el médico de Atención Primaria, Tomás
Rodelgo, que, además, ha comentado que reduce la incidencia de
infecciones respiratorias; disminuye el colesterol y aumenta la
hemoglobina que transporta el oxígeno en la sangre.
"De
hecho, también mejora nuestra capacidad de trabajo cardiovascular y la
respiración (especialmente en asmáticos), estimula las terminaciones
nerviosas y potencia la síntesis de vitamina D, ayudando a calcificar
nuestros huesos y nuestros dientes", ha recalcado el experto.
Y
es que, con la suficiente exposición solar, el cuerpo cubre por sí solo
el 80% de sus necesidades de vitamina D, el otro 20% se consigue a
través de la dieta. La vitamina D se encuentra, por ejemplo, en
alimentos como el pescado, los huevos y la leche. Un déficit grave de
vitamina D, puede provocar, entre otras situaciones clínicas, la
deformación de los huesos en los niños (raquitismo), el reblandecimiento
de los huesos en los adultos (osteomalacia) o su debilitamiento
(osteoporosis).
Ahora bien, el experto ha
recordado también que una exposición prolongada o sin la adecuada
protección conlleva importantes riesgos como, por ejemplo,
enrojecimiento de la piel, llegando incluso a provocar quemaduras de
primer y segundo grado, cáncer de piel o trastornos de la vista como
cataratas.
Además, ha apostillado, a corto
plazo exponerse al sol puede provocar fiebre y dolor de cabeza. "Si las
exposiciones son prolongadas, a la larga conllevan el envejecimiento
prematuro de la piel y también la inhibición del sistema inmunitario",
ha señalado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario