Las semillas son un alimento tradicional, evolutivamente hablando, ya consumido por nuestros ancestros primitivos hace decenas de miles de años.
Pipas de calabaza y de girasol, chía, sésamo, lino, amapola... todas son beneficiosas y son interesantes en nuestra alimentación por sus nutrientes, en su mayoría necesarios para el óptimo mantenimiento de nuestra salud en general.
Destacan por su alto contenido en fibra que contribuye a la salud intestinal, control de las glucemias y a prevenir enfermedades crónicas. Asimismo, aportan abundantes grasas saludables y preciados micronutrientes.
Las grasas que contienen casi todas ellas son ácidos grasos mono y poliinsaturados que ayudan a reducir el colesterol malo y elevar el colesterol bueno en sangre. Así, las semillas son alimentos óptimos por su gran aporte de los famosos ácidos grasos del grupo Omega 3 (EPA y DHA, también presentes en el pescado azul, aguacate, nueces, etc).
Los micronutrientes abarcan al potasio, magnesio, hierro, zinc, selenio, calcio y fósforo, así como ácido fólico, vitamina A, vitaminas del complejo B, vitamina C, vitamina E (poder antioxidante).
¿Y cómo consumirlas? Lo ideal es en estado crudo y sin salar. El proceso de tostado, y la sal, pueden hacerlas más deliciosas, pero pueden perder alguna de sus propiedades básicas; por otro lado, podrían ayudar a disminuir alguno de sus antinutrientes, mejorando su digestibilidad (como en las legumbres); o sea, las hacen más fácil de digerir. El remojado durante unos minutos también puede ayudar a este fin, sobre todo en las semillas de chía; así como el triturado...
Podemos utilizarlas de diversas formas: incorporadas a las ensaladas, mezcladas con yogurt o kéfir, añadidas a cualquier plato de carne o pescado, como toque crujiente final, en postres variados...
Pipas de calabaza y de girasol, chía, sésamo, lino, amapola... todas son beneficiosas y son interesantes en nuestra alimentación por sus nutrientes, en su mayoría necesarios para el óptimo mantenimiento de nuestra salud en general.
Destacan por su alto contenido en fibra que contribuye a la salud intestinal, control de las glucemias y a prevenir enfermedades crónicas. Asimismo, aportan abundantes grasas saludables y preciados micronutrientes.
Las grasas que contienen casi todas ellas son ácidos grasos mono y poliinsaturados que ayudan a reducir el colesterol malo y elevar el colesterol bueno en sangre. Así, las semillas son alimentos óptimos por su gran aporte de los famosos ácidos grasos del grupo Omega 3 (EPA y DHA, también presentes en el pescado azul, aguacate, nueces, etc).
Los micronutrientes abarcan al potasio, magnesio, hierro, zinc, selenio, calcio y fósforo, así como ácido fólico, vitamina A, vitaminas del complejo B, vitamina C, vitamina E (poder antioxidante).
¿Y cómo consumirlas? Lo ideal es en estado crudo y sin salar. El proceso de tostado, y la sal, pueden hacerlas más deliciosas, pero pueden perder alguna de sus propiedades básicas; por otro lado, podrían ayudar a disminuir alguno de sus antinutrientes, mejorando su digestibilidad (como en las legumbres); o sea, las hacen más fácil de digerir. El remojado durante unos minutos también puede ayudar a este fin, sobre todo en las semillas de chía; así como el triturado...
Podemos utilizarlas de diversas formas: incorporadas a las ensaladas, mezcladas con yogurt o kéfir, añadidas a cualquier plato de carne o pescado, como toque crujiente final, en postres variados...
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